Ciertamente,
yo no sé nunca casi nada de mi Patria. Tengo una vaga idea del dos de mayo y hasta
me parece haber visto en Sevilla una estatua a la Inmaculada. Pero de la política
de la patria ignoro hasta el número de ministros. Cierto. No es una postura esta
declaración.
Comprenderéis entonces por qué ahora me he
quedado estupefacto ante este mar tan serio al saber cómo en España hay un
ministerio del Trabajo.
Trabajo: Ejercicio u ocupación en alguna obra;
labor, fatiga, sudor, cansancio. Se dice "trabajar como un negro"; "he trabajado
mucho toda la vida". "Trabaja y persevera". De un libro sagrado viene otra
palabra: "Ganarás el pan con el sudor de tu frente".
Ministerio de Trabajo: Se supone que hay un
trabajo que necesita nada menos que un ministerio. ¿Qué misión puede ser en
España la de un ministerio del Trabajo?
España: Lugar de señores alegres, que toman el
sol en unas innumerables calles entre las provincias. Ningún sudor, muy pocas
frentes. Los hombres se pasan la vida en unos cafés obscuros discutiendo con palabras
brillantes. ¿Para qué entonces ministerio del Trabajo? ¿No fuera más equitativo
llamarlo ministerio del café colonial o ministerio de Recoletos...?
Comprenderéis que el enterarme yo de la
existencia de este singular ministerio ha sido por algún expresivo caso.
Cierto. Porque don Leopoldo Matos, señor de Canarias, ha sido premiado con ese
ministerio tan gracioso.
La patria, me han dicho, ha hecho una crisis
enorme. Ha juntado todas. las diarias crisis ministeriales desde el 98 y ha decidido,
por fin, unificar las crisis en una tan grande que permita atenderla de una
vez. Para esta romana labor, para esta elocuente labor se ha elegido, parece, a
un señor llamado Maura, personaje desterrado de todas las crisis pequeñas, magno
alañador de todos los platos rotos nacionales. Este personaje suele alañar las
roturas con importantes alambres. España entera está alañada por este perseverante
alañador. Es el ministro especialista de los graves dolores, la lengua de fuego
sobre las desorientadas testas. Alaña y después se va, siempre doloridas las
manos y dejando en relieve el burdo alañado.
Yo he sabido estas menguadas noticias por los diminutos diarios de la localidad; estos pequeños diarios que contribuyen a formar el orgullo de la patria, la gracia de su historia.
Yo he sabido estas menguadas noticias por los diminutos diarios de la localidad; estos pequeños diarios que contribuyen a formar el orgullo de la patria, la gracia de su historia.
Yo me he quedado sorprendido. Estoy como un
cuco personaje de Maeterlink ante la muerte de una princesa; hago un Hamlet
rudimentario por las vías atlánticas y me paso la mano por la frente como un
caballero de hinchada magnificencia romántica. ¿Un ministerio de Trabajo en un
lugar de ocio grato, y un señor de Canarias gerente de ese ministerio?
Yo sé que el señor Matos es, una persona
excelente. Muy cierto. Ha sido gobernador de Barcelona. Pero todo el mundo ha sido
ya gobernador de Barcelona. Así como en los Estados Unidos cada ciudadano es
una posibilidad de presidente de la república, en España todo español ha sido
ya gobernador de Barcelona. Y aunque no haya desempeñado el cargo de modo
efectivo, lo desempeña de una manera ideal y tiene su nombramiento escondido
como tiene su drama y su soneto. ¿Quién dijo que todo español había escrito un
drama? Todo español tiene su drama escrito en un cajón de la mesa de noche y su
gobierno de Barcelona escondido.
Volvamos a la crisis. El señor Maura para esta
crisis ha pedido dioses. Ha debido conformarse con unos pequeños héroes. La política
española está dividida en 365 sectas. El señor Matos pertenece la secta más
enfermiza, antaño datista, sanchezguerrista hogaño. Y el señor Matos, con el
mérito de su herida de gobernador de Barcelona, se presenta a desempeñar el
ministerio de Trabajo, el más complicado y difícil ministerio español. .
El señor Matos es un hombre robusto, joven,
simpático y abogado. Es inevitable. Todo español también es abogado. El señor
Matos debe decir esa gris frase española:" ¿Qué se le ofrece al querido
amigo?" Esa frase es la invisible escala para alcanzar una modesta gloria
española.
El señor Matos no ha pronunciado discursos
altisonantes como el señor Alcalá Zamora, ni todavía ha sido tan bienhechor de su
país como el señor León y Castillo, ya finiquitado. Pero es un hombre alto,
tiene una voz fuerte y un pensamiento silencioso, un pensamiento de mayoría, bastante
útil. Es lo que vulgarmente decimos en un casino: un hombre que vale.
Pues, porque es un hombre que vale, el señor SánchezGuerra le ha conferido la alta investidura. En otros tiempos el señor Matos
hubiera sido ministro de Marina, como lo fue el señor Alvarado y Saz, otro
isleño de tierra adentro. Hoy no le es posible al señor Matos tocar la Marina.
Pero por su constancia y su sesudez ha sido ministro del Trabajo. Este ministerio,
en España, es un símbolo. El señor Matos podía poner a su cartera una coleta sutil:
ministerio del Trabajo perdido...
Yo hago estos pequeños comentarios sin mayor
emoción; simplemente. La cosa realmente no tiene importancia tratándose de un
inexperto comentador como yo lo he sido. Pero he deseado poner un corolario
leve, porque en la tierra del señor Matos han repicado las campanas de la catedral,
se ha iluminado el Ayuntamiento y ha habido música en la Plaza Mayor por la
egregia elevación ministerial del señor Matos.
[10-x1-1921]
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